Blogia
POEMAS DEL FÉNIX

Cristiano en la tierra de Granada

Yendo yo caminito de Castilla,
encontreme con un buen campesino
en un lago apartado del camino
en el que una barquita navegaba.

Echado ya en el suelo arenoso,
calado hasta los huesos por la lluvia,
llegando al seco desierto de Nubia,
decaído por el cansancio inmenso.

Las puertas de Granada voy cruzando
y veo los jazmines floreciendo,
pues la primavera ya está llegando.

Y en cuanto llego a la tierra de moros,
entro con valentía y con respeto,
pues un cristiano no olvida su orgullo.


El muchacho y el vendedor de caballos

Solo un caballero esplendoroso,
cuya capa y cuyo acero sean de oro,
cuyo corazón sea de acero,
podrá montar a este caballo hermoso.

Quién monte sobre él no tendrá miedo,
pues por altura a este corcel no falta,
más con yelmo de oro y armadura
queda un caballero protegido.

Si encima has de luchar, muchacho,
veo yo negrísimo tu futuro,
pues no todos llegan a caballero.

Y si mueres en un duelo de espadas,
y mi corcel no quedase triunfante,
no gustaría a tu doncella amada.

Celos

Como una llave oxidada que encierra
el baúl de nuestro amor enjaulado,
que un día mi corazón tiró al lago
por los celos que yo tenía de ella.

Como un corazón libre que es amado,
que puede cambiar sus sentimientos,
coser con una aguja sus remiendos,
no pensar en otra si le han dejado.

Entonces puedo decir que es amor,
que es lo que no hay entre los novios,
que es lo que no hay entre tú y yo.

0 comentarios