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POEMAS DEL FÉNIX

El delfín

¡Cuántas cosas yo sentía
cuando tu hocico me tocaba!
¡Cuánto soñaba mi mente
cuando por el mar volabas!

¡Cuántas veces yo creía
que molaba tu exhibición
cuando, en realidad,
era aquella, tu prisión!

Vuela, nada haz lo que quieras,
vuelve otra vez a tu hogar,
salta y emérgete de nuevo
bajo las olas del mar.

Liberarte es lo que pienso,
y hacia ti mis sentimientos
van volando sin llegar,
más no sentirás tú lo mismo,
pues capaz no eres de amar.

Y aunque esto no recaiga
en ti tanto como en mí,
decirme "sí" sé que no puedes,
mas mueve tu hocico, delfín:
"Dime, flor de esperanza,
¿quieres nadar junto a mí?"

Empezaremos nuevas vidas,
nadaremos juntos los dos,
comeremos pescado en los mares,
jugaremos al balón.

El dragón rojo

El lucero de la noche
deja un gran polvo al pasar,
figura de un dragón rojo,
que allí se ha de engendrar.

Las magníficas leyendas
de la tierra de Castilla,
cuentan muy largas historias
de un dragón color arcilla.

Su paso dejaba sombras,
ni moradas, ni amarillas,
sombras coloradas dejaba
sombritas que siempre brillan.

Todas las noches, los príncipes,
iban con él a luchar.
Todas las noches, los condes,
del mundo se han de marchar.

Hasta que un día, la princesa,
la más bella del lugar,
le calmó siendo serena
y habló con él en sigilo:

"He venido a rescatarte,
pues atado aquí tú estás.
Bello dragón, salta y vuela,
sé feliz en libertad."

Todas las noches de enero,
este lucero reluce
se ve pasar al dragón
y los corazones lucen.

Romancillo

En la habitación de nuestro rey Fernando Iv,
ocho mozas endiabladas y un mocín jueguetón
cantaban a coro, juntos, un romance,
bello romancillo de nuestro Cid campeador.

En la habitación de nuestro rey Carlos I,
una vieja desdentada y un mocín fanfarrón,
entonaban ellos una larga canción preciosa,
cuento de un perdido, imposible y trágico amor.

En la gran habitación del rey Felipe II,
una moza marchitada, pues dejada ha sido,
la princesita querida se ha acostado con él,
le ha robado su vida, ha marchado su marido.

En los esplendorosos y grandes aposentos
de nuestro héroe, salvador y rey Fernando,
estaba Isabel I, reina de Castilla,
suplicando por su vida, estaba ella rezando.

En la hermosa habitación del duque de Aragón,
había una bella señorita, doncella suya,
que un día le encantaba y al siguiente la dejaba,
fue aquel quien me la dio y me dijo: "Toma, ésta es tuya".

Y así fui conosciendo yo esta gran larga historia,
de reyes, nobles, duques y muy bellas doncellas,
que vivieron en mis tiempos llenos de pobreza,
dó creía que la vida realmente es bella.

Sueños de Medianoche (Poesía infantil)

Entrando en el bosque
un unicornio yo vi,
lavandas, abetos y fresnos
y unas flores de alelí.

Al ruido de un cascabel,
se despertó el ogro Abel,
vino y se comió tres ciervos
y un conejillo también.

Perdido más que perdido,
y encontrándome yo allí,
pregunté a los animales
como podía salir de allí.

Pero no respondían,
no decían nada, nada ellos decían,
pero yo oía una voz
que me respondía.

Era un duendecillo
que por ahí estaba,
me moví con cuidado
por si le pisaba.

¡Ay, sueños de medianoche,
venid todos junto a mí!
Quiero soñar como un niño
en vez de como un mocín.

A todos los niños, que animan el mundo con su sola presencia

Leyenda de Castilla

El león tiene una mancha
que se hizo en Castilla,
recorrió entera España,
en busca de una castaña,
que encontró en Andalucía.

Como se perdió del rumbo,
recorrió entera Cataluña:
Barcelona, Lérida y Gerona,
y al sur Tarragona.

Cruzó el río, ¡qué valor!,
pero en un puente del Ebro,
debido al peso cayó,
y al caerse se mojó.

Castilla- La Mancha cruzó
y a Andalucía llegó,
encontró su castaña
y muy orgulloso volvió
a su Castilla y León.

La cacatúa (ji, ja)

Por culpa de una cacatúa,
perdí yo a mi mujercita,
por culpa de ese "ji, ja" suyo
se asustó mi mujercita.

Y es que la llevé a los toros,
la llevé a los museos,
conoció mi discoteca
y me arrebató el empleo.

Y lo decía Leonardo,
que esa pájara trae problemas
y fui yo y la compré
solo porque me dio pena.

Estaba por algo sola,
nadie la quería comprar,
pues con una cresta tan fea
quién en ella se va a fijar.

Estando yo un bello día
sentado en mi ancho sofá,
vino ella con su vuelo
y me empezó a picotear.

Cuando a mi mujer le picó
su precioso y dulce globo,
no quiso saber más de mí
y solo me quedé, como un bobo.

Por culpa de una cacatúa,
la pegaría, la mataría,
si no se hubiera escapado
por el hueco de la cañería.

Ji, ja...


La peseta

Hoy día, te despedimos,
a ti, chapa de latón,
que fuiste cara y barata,
llenaste mi corazón.

A ti, chapa despreciada,
por los países vecinos,
corazones españoles
hoy con gozo te decimos:

- Como oro del más valioso,
como un diamante tallado,
como el cristal más preciado,
eres tú, bella peseta.

Naciste siendo morena,
rubia fuiste tú de joven,
y ahora estás oxidada,
no en nuestros corazones.

Y cuando mañana mueras,
velará por ti, mi amor...

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